Un molino con sello neuquino

INVAP Ingeniería S.A. fabrica en la provincia el aerogenerador IVS-4500, un modelo 100% nacional y que ya funciona en varias localidades de la región y el país. Genera el equivalente en electricidad para abastecer a cuatro hogares y favorece el desarrollo rural en zonas áridas y aisladas. La rama industrial de la estatal rionegrina proyecta además la creación de un parque eólico en Cerro Policía.

El aerogenerador IVS-4500 tiene una capacidad de 4,5 kilowatts, suficiente para abastecer el consumo de electricidad diario de cuatro viviendas. Cada porción de energía es aprovechada: calderas, radiadores o bombas de agua se ponen en marcha gracias a un mecanismo que, por su sereno y compacto funcionamiento, oculta un complejo desarrollo tecnológico.

Visto a lo lejos, en alguna planicie perdida de la meseta neuquina, en la punta de una sierra en Córdoba, en la terraza de un edificio en Mar del Plata o en un recóndito lugar de la Antártida, el IVS-4500 parece un artilugio ajeno a los avatares tecnológicos de este país. Sin embargo, su diseño y fabricación son 100 por ciento nacionales y el proceso se realiza de forma íntegra en la provincia de Neuquén.

Sus creadores son un grupo de trabajadores de INVAP Ingeniería S.A., la rama industrial de la empresa tecnológica rionegrina que funciona en la capital neuquina, controlada en un 80% por capitales estatales. Allí, además del desarrollo eólico de baja potencia, se realizan diseños y verificaciones de equipos petroleros con una tecnología informática única en el país.

“Hace 11 años comenzamos con el desarrollo de emprendimientos eólicos en la provincia, con la instalación de un prototipo en Auca Mahuida”, explicó Juan Castro, gerente de la Sociedad Anónima. “Desde entonces, con distintas experiencias realizadas en campo, pusimos en marcha 37 equipos en varias provincias y en la Antártida y desde 2002 los tenemos a la venta para cualquiera que los desee”, señaló el especialista.

Los molinos cuestan alrededor de 50 mil pesos, dependiendo de la cantidad de módulos que haya que agregar. Si bien se trata de artefactos que generan una potencia baja, su utilización se convirtió en una alternativa energética viable para sectores aislados, ya que son mucho más económicos y de menor impacto que los generadores a gasoil.

Castro calculó que el costo para un consumo estándar se recupera en dos años.

Los IVS-4500 son, además, la antesala de proyectos mucho más ambiciosos, como el de la localidad rionegrina de Cerro Policía, donde el INVAP realiza los estudios previos y se presentó a la licitación para la instalación de dos parques eólicos de 50 megawatts cada uno, que se sumarían al Sistema Interconectado Nacional. Este proyecto, financiado por el gobierno a través del programa Genren, representará un salto en el desarrollo de este tipo de energía, que aún no se afianzó en el país pese a que las condiciones climáticas son óptimas.

“Por ahora, la tecnología eólica es cara, y el factor económico sólo permite el desarrollo de proyectos pequeños”, señaló Castro. En contrapartida, agregó, se trata de un recurso “limpio y de poco impacto”, sobre todo en las escalas que se manejan en la región. “El factor económico es fundamental, porque la energía eólica tiene pocas posibilidades de competir en costos con la generada a través de combustibles fósiles.

En Argentina, además, el megawatt está subvaluado”, señaló el gerente de INVAP Ingeniería. Este panorama sólo deja al Estado como actor central en el desarrollo de este tipo de tecnología. Así ocurrió en países como Alemania y España, que sostienen una buena parte de su consumo energético a través de los aerogeneradores.

El desarrollo del molino IVS-4500 llevó 11 años en los que se acumularon diferentes experiencias, a veces motivadas más por el azar que por la ciencia. “Cuando instalamos el aerogenerador en Auca Mahuida tuvimos problemas con el hielo, que se pegaba a las aspas y producía su rotura. Nos pusimos a revisar los contenedores y vimos que había una parte donde no se juntaba hielo y se trataba de una junta pegada con un pegamento de silicona. Ahí descubrimos que en la silicona no se adhiere el hielo, por lo que armamos una pintura en base a ese material y tuvimos excelentes resultados. Es la que utilizamos actualmente”, contó Castro.

El ingeniero explicó que el molino incluye un sistema que se utiliza en los helicópteros para aislar las vibraciones, uno de los principales enemigos de los aerogeneradores ya que produce la rotura de las aspas. La estructura, además de la torre y el molino, incluye un tablero de control que es automático. Aparte se instalan baterías que reservan electricidad para cuando no hay viento. En algunos casos, una vez cargadas, el excedente de energía se deriva a calderas para calefaccionar, o se utiliza para alimentar bombas de agua, que permiten el riego para producción en lugares lejanos a ríos o canales.

Justamente pensando en el riego, se instalaron varios molinos en la provincia, y se trabaja en un proyecto para levantar unos 60 en el área del valle de Michacheo, cerca de Zapala, donde se pretende desarrollar un polo productivo.

Más allá de las ventajas productivas, la energía eólica también se convirtió en un recurso de marketing. El complejo de departamentos Cefira de Mar del Plata encargó al INVAP un IVS-4500 que instaló en el techo del edificio, con la idea de promocionarse a través del uso de energías limpias. El aerogenerador abastece las luces de los pasillos y el hall de entrada. “El viento no es tan intenso como el de aquí, pero funciona. Cuando no hay ráfagas, el tablero automáticamente corta el suministro del molino y se conecta a la red”, explicó Castro. Además, destacó que se pintó especialmente para no desentonar con el entorno.

La contracara es la unidad que se instaló en la Antártida, que es de un color naranja intenso, para contrastar con el blanco reinante en el nevado continente. La pintura siliconada se encargó esta vez a una empresa especializada, para evitar la adherencia del hielo. Allí, el aerogenerador sirve para calefaccionar parte de las instalaciones. La estructura salió de Neuquén y cruzó el océano en el buque Almirante Irízar. Su montaje, como el de todos los molinos del INVAP, es relativamente sencillo, ya que no necesita grúas y puede hacerse manualmente.

Fuente: http://www.lmneuquen.com.ar/

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