Salta y Bolivia compartirán una línea eléctrica.

Crece la integración energética y comercial con el mercado boliviano. La construcción de un nuevo cruce de frontera entre las ciudades de Salvador Mazza, en suelo salteño, y Yacuiba, en el departamento boliviano de Tarija, se verá complementada por la instalación de un tendido de alta tensión que abastecerá de energía a la población del departamento General San Martín, en el noreste de Salta.

El vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, fue reconocido por la Universidad Nacional de Salta (UNSa) con el título de “Doctor Honoris Causa”. En el marco de su vista para recibir la distinción, llevada a cabo los primeros días de junio, se reunió con el vicegobernador de Salta, Andrés Zottos.

Durante el encuentro, el funcionario salteño no sólo destacó el alto grado de avance que registra la construcción de un nuevo puente que unirá las ciudades de Salvador Mazza y Yacuiba, a uno y otro lado de la frontera, sino que también puso en consideración de García Linera una propuesta complementaria a dicha obra.

“Básicamente le planteó la posibilidad de tender una línea eléctrica de alta tensión desde el sur boliviano para cubrir buena parte de las necesidades del departamento General San Martín”, informó un representante de la UNSa que participó de la reunión.

Según sus palabras, la idea contó con el rápido visto bueno de la autoridad boliviana. “Quedó claro que el aprovechamiento de la electricidad excedente del vecino país podría abastecer al noreste de nuestra provincia y, de ese modo, contribuir con el bienestar social y la radicación de industrias en la zona”, anticipó.

Apenas una semana más tarde, el proyecto abandonó el plano teórico para pasar a su formalización, cuando el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y el ministro boliviano de Hidrocarburos y Energía, Luis Sánchez Fernández, suscribieron en Buenos Aires un “Memorándum de Entendimiento” orientado a promover el intercambio de gas natural y energía eléctrica. En concreto, el convenio implica la construcción de la línea de transmisión binacional “Juana Azurduy de Padilla”.

En su primera etapa, el tendido llegará hasta la ciudad de Tartagal, en Salta, aunque no se descarta que con el tiempo se extienda hasta San Juancito, en la provincia de Jujuy. “Esta línea eléctrica será una arteria que mezclará y conjugará la sangre de los dos países. Cuando Bolivia precise energía, nosotros se la mandaremos, mientras que cuando sea la Argentina la que necesite, ellos nos la suministrarán”, aseguró De Vido.

Socio insustituible

Habitual proveedor de gas natural al medio local, Bolivia terminó de consolidar su rol de socio energético insustituible para la Argentina el año pasado, con la inauguración de la planta “Termoeléctrica del Sur”, situada en Yacuiba, dentro del departamento de Tarija, en el Gran Chaco. Con una potencia inicial de 160 MW, la central ya está en condiciones técnicas de inyectar más de 100 MW al parque eléctrico argentino. Y se espera que ese volumen se multiplique próximamente.

En la actualidad, la nación del Altiplano produce poco más de 1.500 MW. Con esa oferta cubre su demanda interna (de alrededor de 1.200 MW) y obtiene un mínimo volumen excedente. No obstante, la intención de Evo Morales es duplicar la cifra a partir de nuevas y millonarias inversiones, y así convertir el país en un exportador neto, con al menos 1.000 MW disponibles para enviar al exterior.

A fin de tomar una real dimensión de la voracidad del consumo eléctrico en la Argentina con respecto a la modesta expansión que esa variable registra en Bolivia, debe considerarse que el crecimiento del mercado local oscila en torno a los 2.000 MW por año, frente a la suba de 75 MW anuales que promedia la demanda boliviana.

Cifras envidiables

La construcción y puesta en marcha de la planta termoeléctrica de Yacuiba demandó una inversión final de US$ 122 millones, que se financió con un préstamo del Banco Central de Bolivia. A cargo de la estatal Empresa Nacional de Electricidad (ENDE), la instalación llegará a producir hasta 480 MW (es decir, casi 10 veces más que la demanda total de Tarija, la cual no sobrepasa los 50 MW).

Vale destacar que en el mismo complejo se instaló una megaplanta separadora de líquidos que está entre las tres más importantes de toda Latinoamérica. Según datos de la estatal YPFB, tiene una capacidad de procesamiento de 32,19 millones de metros cúbicos (m³) de gas natural por día, con los que puede producir diariamente unas 3.144 toneladas métricas (Tnm) de etano, 2.247 Tnm de gas licuado de petróleo (GLP), 1.044 barriles estándar de isopentano y 1.658 unidades de gasolina natural.

Hasta 2018, Bolivia tiene confirmadas inversiones en transmisión y generación de energía eléctrica por casi US$ 1.300 millones. Sobre la base de las proyecciones del Estado boliviano, la intención es adicionar al sistema al menos 786 MW, lo que representará un desembolso de US$ 1.100, a la par de tender 516 nuevos kilómetros de líneas, obra que significará otros US$ 119 millones.

Entre 2010 y junio del año pasado, el vecino país lleva invertidos US$ 438 millones para generar 377 MW y US$ 135 millones en el tendido de 767 kilómetros de líneas de transmisión. En total, se destinarán casi US$ 1.860 millones a los proyectos previstos hasta 2018, y buena parte de esa inversión será respaldada por el Banco Central de Bolivia.

Para completar el panorama debe resaltarse que, además de la implementación de iniciativas termoeléctricas como las centrales del Sur, Warnes y Bulo Bulo, la nación del Altiplano viene apostando decididamente por la generación hidroeléctrica, con emprendimientos como Miguillas, San José y Misicuni, entre otros.

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