Representa un avance en resiliencia comunitaria
El sector energético ha sido tradicionalmente uno de los mayores consumidores de agua. Las plantas termoeléctricas, ya sean de carbón, gas o nucleares, requieren enormes volúmenes para enfriamiento y procesamiento. Incluso algunas fuentes renovables, como los biocombustibles o la energía solar de concentración, demandan grandes cantidades de este líquido vital. Sin embargo, la energía solar fotovoltaica y la eólica marcan la diferencia. Ambas tecnologías operan con un consumo de agua mínimo, limitado casi exclusivamente a la limpieza ocasional de paneles o equipos.
Esta diferencia es crucial para países como México, donde el acceso al agua es desigual y las sequías amenazan la seguridad alimentaria y la salud pública. La transición hacia energías renovables que minimizan el uso de agua no solo representa un avance ambiental, sino también una oportunidad para fortalecer la resiliencia de comunidades rurales y urbanas.
En zonas rurales, las minirredes solares fotovoltaicas han permitido alimentar bombas y sistemas de filtración, facilitando el acceso a agua potable y mejorando la calidad de vida, señala la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Además, la sustitución de bombas diésel por bombas solares ha reducido costos y emisiones. Ello beneficia a agricultores y ganaderos que dependen del agua para sus actividades diarias.
Los beneficios
A nivel global, según proyecciones de organismos internacionales, la tendencia de reemplazar plantas de carbón y gas por instalaciones solares y eólicas podría reducir la extracción de agua del sector energético en casi un 15% para 2030. Esta cifra cobra relevancia en un contexto donde la crisis hídrica y la crisis climática avanzan de la mano, exigiendo respuestas integrales y urgentes.
Los beneficios de esta transición no se limitan al ahorro de agua. La energía solar y la eólica no generan emisiones de gases de efecto invernadero ni contaminantes atmosféricos, contribuyendo a mejorar la calidad del aire y a reducir enfermedades respiratorias. Además, al no requerir la construcción de grandes presas o infraestructuras invasivas, ayudan a preservar ecosistemas acuáticos y terrestres. Siempre y cuando se implementen acciones de preservación y mitigación de impacto en algunas otras especies que pudieran ser afectadas.
En términos económicos, la expansión de las energías renovables ha impulsado la creación de empleos directos e indirectos, dinamizando la economía local y nacional. El abaratamiento de las tecnologías solares y eólicas ha permitido, además, que más familias y empresas accedan a electricidad limpia y asequible, disminuyendo su dependencia de combustibles fósiles y tarifas elevadas.
Expertos coinciden en que para maximizar estos beneficios es necesario fortalecer las políticas públicas, invertir en investigación y desarrollo, y garantizar que la transición energética sea justa e inclusiva. Conoce acerca de este y otros temas relacionados con el agua en el Women’s Energy and Sustainability Summit (WESS) 2025, este 2 de julio en el Marriot Mexico City Reforma.
Fuente: EnergíaHoy
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