Las inversiones en combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón) se quedarán en 1,1 billones de dólares, señaló la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su informe anual sobre inversiones en el sector publicado este jueves.
La inversión en el conjunto del sector eléctrico se llevará la palma, con 1,5 billones de dólares, y encabezada por el gasto en la energía solar que con 450.000 millones será el segmento que captará más inversión en todo el mundo el año próximo.
La AIE destaca que la inversión en el sector nuclear "está regresando" con un aumento previsto del 50% en los últimos años, de forma que este año el gasto en nuevas centrales y en modernización de otras ya existentes alcanzará los 70.000 millones de dólares.
El documento alerta de los problemas de las redes eléctricas para poder mantener el ritmo de crecimiento de la demanda y de la generación de electricidad, por lo que pide un "rápido crecimiento" de la inversión en estas infraestructuras.
Cada año las redes reciben unos 400.000 millones de dólares de inversión, frente aproximadamente 1 billón en generación eléctrica.
Baja la inversión global en petróleo
El contraste lo marcan las inversiones en la exploración y extracción de petróleo, que se calcula que bajará este año en un 6%, el primer descenso desde la caída de 2020 por la pandemia.
Estados Unidos protagonizará esa caída, con un 10%. Además, las inversiones mundiales en actividades de refino caerán este año a su menor nivel en diez años, añade el informe.
Los menores precios en los mercados internacionales del crudo y las débiles perspectivas de la demanda están detrás de este descenso, aunque las inversiones en gas natural se mantendrán.
En cambio, la inversión en instalaciones de gas natural licuado (GNL) están en una trayectoria ascendente gracias a los nuevos proyectos en marcha en EEUU, Canadá, Qatar y otros países productores.
En conjunto, la inversión global en la exploración y producción de gas natural y petróleo bajará un 4%, hasta algo menos de 570.000 millones de dólares.
La AIE señala que las inversiones de uso final en electrificación y mejoras en la eficiencia energética casi se han doblado en la última década, gracias sobre todo al fuerte aumento de las ventas de vehículos eléctricos, la reforma de edificios y la electrificación de los procesos industriales.
Se calcula que esas inversiones alcanzarán este año cerca de 800.000 millones de dólares.
Bajan los costes de las energías limpias
El informe recuerda que los costes de las energías limpias siguen con su tendencia a la baja. Por ejemplo, los precios de los paneles solares y de los molinos eólicos de China eran en 2024 un 60% y un 50% inferiores a los de 2022.
También se indica que la caída de costes hace que la combinación de paneles solares y baterías de almacenamiento sea un "importante factor" de la inversión energética en países en desarrollo y emergentes.
La AIE advierte, como ha hecho varias veces en los últimos meses, de las "crecientes preocupaciones" por la creciente concentración en la oferta mundial de minerales estratégicos para la energía, como cobre, litio, níquel, cobalto, grafito o tierras raras.
Aún así, la inversión en este sector se ralentizó en 2024 debido al descenso global de precios.
China domina la inversión mundial en energía
China sigue siendo el país del mundo que más invierte en energía "por un amplio margen", y su cuota en la inversión en energías limpias supone ya casi un tercio del total mundial, frente al 25% de hace diez años.
En cambio, la inversión en energías limpias y en combustibles de bajas emisiones en EEUU, que se había casi doblado en los últimos diez años, está camino de estabilizarse debido al recorte de las políticas de apoyo del Gobierno federal.
Brasil e India destacan entre los países donde están aumentando más las inversiones en energía. El país asiático, el más poblado del mundo, está bien situado para alcanzar antes de lo previsto su objetivo de que su capacidad de generación de energía de fuentes no fósiles alcance el 50% del total para 2030.
El informe destaca también el aumento de las inversiones chinas en otros países, como las fábricas de vehículos eléctricos y de baterías en grandes mercados emergentes, como Brasil, México, Turquía o Tailandia.
Fuente: El Periódico de la Energía
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