La virtual llegada del demócrata Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos (EU) en enero próximo, podría impulsar al gobierno mexicano a retomar el interés por incluir a las energías verdes en su canasta energética. Aunque algunos especialistas descartan la posibilidad de que cualquiera de los dos gobiernos se esfuerce por incidir de manera agresiva en la política energética de su contraparte, otros no ven descabellado que EU ejerza una presión adicional, en el futuro, en aras de dar seguridad jurídica a los contratos privados de las empresas estadounidenses en México, especialmente con el marco regulatorio que el Acuerdo Comercial entre México, Estados Unidos y México (T-MEC) tiene sobre el sector.
“Joe Biden se ha pronunciado por las energías limpias. Y volteará a México y pedirá que se retome la temática, creemos que impulsará al gobierno mexicano a revisar las políticas energéticas que ha adoptado y se hará un ajuste en el camino para continuar la marcha del programa de inversiones en energías limpias”, dice Arturo García Bello, socio líder de Energía y Recursos Naturales en Deloitte.
El tema ambiental no está aislado. Los compromisos comerciales de los tres países de la región también impulsan a las energías limpias en México, en tanto “el sector energético tiene un efecto horizontal en la competitividad” apunta Kenneth Smith Ramos, quien fuera jefe negociador técnico del Tratado Comercial de México, Estados Unidos y Canadá, hoy mejor conocido como T-MEC. “Y en la medida que encontremos mecanismos que surtan energía en la cantidad que todos los sectores necesitan y a precios competitivos, estaremos ayudando a la competitividad de la región en conjunto”, dice Smith Ramos.
De hecho, aunque el actual presidente de EU, Donald Trump, ha favorecido con su política energética a los hidrocarburos y los combustibles fósiles, ya en tiempos recientes el Congreso estadounidense le envió una misiva “con una queja acerca de que México ha cancelado contratos”, señala García Bello, de Deloitte.
En los últimos dos años, las políticas que ha impulsado la Secretaría de Energía (Sener) en materia de generación y transmisión de electricidad, incluyen no solo regresar a esquemas donde se favorece el uso de combustóleo y carbón, que son procesos más contaminantes que el solar o el eólico, por mencionar algunas fuentes renovables; sino también la suspensión de las subastas eléctricas a largo plazo o más recientemente el veto a la publicación en el Diario Oficial de la Federación de acuerdos ya aprobados por la Comisión Reguladora de Energía (CRE), que fortalecerían al Sistema Eléctrico Nacional en un amplio espectro.
Todo esto, con el consecuente desánimo de la industria. Con todo, las energías verdes han seguido avanzando; “muchos proyectos eólicos y solares ya están en marcha o a punto de entrar en operaciones este 2020 y en 2021”, señala Julio Valle, director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE). Como resultado, los precios de la electricidad generada por fuentes limpias en México son los segundos más bajos del mundo, solo por detrás de los de Arabia Saudita. “La energía eólica bajó hasta 70% sus costos”, dice Valle.
En tanto que la energía solar también ha crecido a pasos agigantados, según datos de la Asociación Mexicana de Energía Solar (Asolmex), gracias a que 85% del territorio mexicano goza de una irradiación óptima para generar energía a partir de paneles solares. Como resultado de las tres subastas eléctricas de 2015, 2016 y 2017, México tiene hoy un total de 69 centrales solares de gran escala en operación, incluida la planta más grande de Latinoamérica, con 2.3 millones de paneles instalados por la italiana Enel Green Power en Villanueva, Coahuila.
“A partir de 2021, 2022…. no habrá nuevos proyectos y será muy difícil cumplir la meta de generación de energías limpias comprometida por el país en el Acuerdo de París”. Y sí, aunque este 2020 México genera 24% de su energía eléctrica a partir de fuentes limpias, aún está lejos la meta de 35% comprometida para 2024, sobre todo sin nuevas inversiones en cartera. Te recomendamos: Pandemia y transición energética impactarán demanda global de petróleo: consultora Limpios y cumplidos
Aunque en los hechos, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha respaldado con diversas acciones su intención de mantener la soberanía energética con base en brindar un apoyo incondicional a las empresas energéticas del Estado —Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE)—, con menoscabo de otras fuentes de energía, en el discurso ha mantenido el compromiso del país de llegar a la meta comprometida, así como la promesa de retomar las subastas y otros temas relacionados una vez que sean ”revisados” los procesos para asegurar que no existe corrupción en ellos.
Según ha dicho la secretaria de Energía, Rocío Nahle, eso podría suceder en 2021. En este sentido, la puerta queda abierta para retomar el camino verde, sobre todo si EU se empeñara en ello.
En ese contexto, explica, Norteamérica (como región) está “muy bien posicionada para dar este salto tecnológico hacia las energías renovables. Es importante considerar que no se trata solo de cumplir el tratado y los compromisos internacionales. Permitir la entrada de inversiones en energía renovable será benéfico a largo plazo para nuestro país”.
Además de las subastas para atraer más inversión para la construcción de plantas de generación de energía limpia, un tema importante para el desarrollo de las energías renovables es la inversión en redes de transmisión y su mantenimiento. “Esas deben construirse donde está el recurso y no donde están los consumidores”, dice Arturo García Bello, de Deloitte. Por otra parte, agrega el especialista, es imperativo mantener la cercanía con el nuevo gobierno de EU, para platicar los temas referentes al cambio climático.
“Esto llevará al tema de incentivar inversiones tanto nacionales como extranjeras en México. Esta reunión, que debe darse rápidamente, ayudará a que México retome y revise las políticas energéticas del país, y a hacer modificaciones a políticas energéticas que se han implementado en estos dos años, para comenzar a incentivar nuevas inversiones”.
Fuente: Milenio
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