Un duro informe elaborado por ocho ex secretarios de Energía muestra un diagnostico preocupante. En él se indica que la explosiva demanda eléctrica que la Argentina tuvo entre 2003 y 2010 debería haber obligado al país a instalar otros 5.300 megavatios nuevos de capacidad instalada, es decir, el equivalente a lo que producirían ocho usinas como Atucha. Eso habría costado 8.000 millones de dólares, bastante menos que los más de 14.000 millones que el Estado argentino destinó a subsidiar la energía desde 2004 hasta hoy, según la consultora ASAP.
Los ex funcionarios afirman que la demanda eléctrica subió en aquel lapso de siete años 41%, mientras que la generación lo hacía sólo 21 %, provocando aumento de costos y restricciones de oferta. Esa es la razón por la cual todos los inviernos, desde 2007, el Gobierno solicita a las empresas que consuman menos electricidad los días críticos.
El documento es concluyente cuando, en busca de parámetros, compara la situación local con la de otros países de la región. Allí se descubre que entre 2003 y 2010 la Argentina fue el único país de América latina en que la producción de energía primaria, englobando al petróleo y al gas, bajó 7 %, según datos de la Comisión Económica para América latina (Cepal), un organismo que al evaluar otros aspectos de la política económica local ha sido elogioso con el Gobierno. Quedan a la vista las consecuencias de una política energética limitada a motivaciones de corto plazo.
Las dificultades de suministro continuarán y habrá un gasto de divisas para importar lo que hubiera podido producirse en el país, con todas las ventajas que esto hubiera implicado para la Argentina.
Fuente:
Publicar un comentario