
El sur mendocino tiene un gran potencial para generar energía eléctrica a través de fuentes renovables. A las ya anunciadas minicentrales para aprovechar el potencial energético de los saltos de agua, se suma la privilegiada insolación que tienen nuestras tierras, que permiten un gran aprovechamiento de la energía solar, y zonas de vientos constantes y aprovechables, en los que se están completando los estudios que permitirán conocer y evaluar los flujos para poder instalar parques eólicos.
La situación de crisis energética es conocida, y también las enormes sumas que se gastan en subsidios anualmente. El grupo de los Ex Secretarios de Energía ha señalado hace un tiempo que se necesita una política integral, concebida con criterio estratégico, y la cuestión es más energía renovable y mayor eficiencia en el consumo energético.
En opinión de los expertos, para cambiar nuestra matriz energética y simultáneamente hacer una contribución a la mitigación del cambio climático en forma realista, hay cuatro posibilidades inmediatas: biocombustibles (etanol y biodiesel de soja); energía eólica; energía hidroeléctrica, energía solar, y otras alternativas.
Si se observa en detalle, de las cuatro posibilidades descriptas, tres de ellas tienen escenarios realmente favorables en nuestro departamento. En ese contexto, que se conviva con la incertidumbre de si tendremos electricidad confiable cada día suena como una concesión demasiado grande.
En el caso de la Energía Eólica podría, según estimaciones realistas de los operadores de sistemas eléctricos complejos, abastecer en forma económica un 15% de la demanda total de energía eléctrica. De alcanzarse estas metas, el consumo de energía eoloeléctrica significaría un ahorro de unos 7.000 millones de m3 de gas natural por año.
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